21 mar 2011

Dios y la Vida.

Bastante metafísica hay en no pensar en nada.
 
¿Qué pienso yo del mundo ?
¡Yo que sé lo que pienso del mundo!
Me pondría a pensarlo si enfermara.
 
¿Que idea tengo de las cosas?
¿Qué opinión es la mía sobre causas y efectos?
¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y sobre la creación del Mundo?
No sé. Pensarlo es para mí cerrar los ojos
y no pensar. Es correr las cortinas
de mi ventana (que no tiene cortinas).
 
¿El misterio de las cosas? ¡ Qué sé yo qué es misterio!
El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
Quien está al sol y cierra los ojos
al principio no sabe qué es el sol
y piensa muchas cosas llenas de calor.
Mas abre los ojos y ve el sol
y no puede ya pensar en nada
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
La luz del sol no sabe lo que hace
y por eso no yerra y es común y es buena.
 
¿Metafísica? ¿ Qué metafísica tienen esos árboles?
la de ser verdes, la de tener copa y ramas,
y la de dar fruto a su hora, y eso no nos hace pensar
que no sabemos darnos cuenta de ellos.
¿ Habrá mejor metafísica que la suya 
de no saber para qué viven
ni saber que no lo saben?
 
"Constitución íntima de las cosas"...
"Sentido íntimo del universo"...
Todo eso es falso, todo eso no quiere decir nada.
Increíble, que se puedan pensar cosas así.
Es como pensar en razones y fines
cuando empieza a rayar la mañana y allá por la arboleda
un vago oro lustroso va perdiendo oscuridad.
 
Pensar en el sentido íntimo de las cosas
es sobreañadir, es como pensar en la salud
o llevar un vaso al agua de los manantiales.
 
El único sentido íntimo de las cosas
es el de no tener íntimo sentido alguno.
 
No creo en Dios porque nunca lo he visto.
Si él quisiera que yo creyese en él
vendría sin duda a hablar conmigo,
y cruzada mi puerta, casa adentro,
me diría: ¡Aquí estoy!
 
(Esto tal vez suene ridículo al oído
de quien, por no saber qué sea el mirar a las cosas,
no entiende al que habla de ellas
con el modo de hablar que el fijarse en ellas nos enseña.)
 
Pero si Dios es las flores y los árboles
y los montes y el luar y el sol,
entonces creo en él,
entonces creo en él a todas horas
y mi vida entera es una oración y misa
y una comunión con los ojos y por los oídos.
 
Pero si Dios es las flores  los árboles
y los montes y el luar y el sol,
¿por qué llamarle Dios ?
Le llamo flores y árboles y sol y luar y montes;
porque si él se hizo, para que yo lo viese,
sol y luar y montes y árboles y flores,
si ante mí aparece como árboles y montes
y luar y sol y flores
es porque quiere que yo lo conozca
como árboles y montes y flores y luar y sol.
 
Y por eso, obedezco
(¿qué mas sé yo de Dios que Dios no sepa de sí mismo?).
Le obedezco al vivir tan espontáneamente
como quién abre los ojos y ve,
y le llamo luar y sol y flores y árboles y montes,
y le amo sin pensar en él,
y lo pienso al ver y oír,
y ando con él a todas horas.
 

AUTOR: FERNANDO PESSOA 
( bajo su heterónimo de Alberto Caeiro )

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