En el camino hacia desarrollar un proyecto final me encontré con una posibilidad muy seductora. Tomar material preexistente y transformarlo en algo totalmente nuevo, polarizando su significado para dar un mensaje dentro del contexto artístico escolar.
En la marcha fui tomando decisiones "inocentes" que para el final resultaron de suma importancia. Hay una cantidad aturdente de cuestiones en juego cuando se habla de apropiación; ¿de qué manera se toma el material? ¿es robado analógica o digitalmente? ¿por qué escoger específicamente esa pieza? ¿cuál es el mensaje que da al ser relanzado al aire a través de mí? ¿cuál es el destino de esta apropiación específicamente? ¿degradación, reinterpretación, mash-up, destrucción y/o crítica? ¿cómo entra, cómo es procesado y cómo sale? En este caso, cada mínimo movimiento de hardware y software es decisivo.
Tomar un video de una artista que ya en sí es demasiado "artística" es una opción muy riesgosa, la bandera que ella ondea está en el extremo del discurso del arte y cualquier intención de mi parte se ve subordinada al peso de la música y los visuales precreados. Realmente al llegar a este punto, yo únicamente había tomado el video de Galang como material en bruto para practicar con el programa de edición y comenzar a dar forma al proyecto de apropiación. Debo reconocer que me volví adicto a los efectos y me dejé llevar por el placer de los colores y formas.
En conclusión puedo decir que más que una reflexión crítica e intelectual, este ejercicio se volvió un momento de seducción sensorial sin ninguna finalidad racional específica; éxtasis visual por el simple hecho de serlo. Sin discurso, ni concepto.
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